28.8.06

La intervención a través del sistema tributario: el caso de la gasolina en el Perú

El 16 de agosto pasado se anunció que los precios de las gasolinas habían aumentado pese a una reducción en el precio internacional del petróleo y del impuesto selectivo al consumo (ISC). El ISC grava un consumo específico, a diferencia del IVA (impuesto al valor agregado) o el IGV (impuesto general a las ventas) que gravan el consumo en general. En teoría, el ISC debería desincentivar ciertos consumos (e.g. alcohol, cigarrillos, gasolina) o aprovechar la demanda de bienes suntuarios (e.g. agua mineral, gasolina de mayor octanaje), generando una mayor recaudación sin impactar a los más pobres.

Para disminuir el impacto del alza del precio internacional del petróleo en los consumidores, el gobierno peruano viene financiando, desde setiembre de 2004, el fondo de estabilización de precios de los combustibles derivados de hidrocarburos. Este cubriría la diferencia entre lo que las empresas deberían cobrar por la gasolina ante las alzas del petróleo. El gobierno compensaría a éstas por no subir los precios de la gasolina. A finales de 2005 existía ya una pronunciada tendencia al alza del precio internacional del petróleo, la cual explotó este año. Recientemente se ha estabilizado a un precio bastante alto. Ante ello, el fondo de estabilización está agotándose.

El precio final de la gasolina en el Perú se compone por la sumatoria del precio de refinería, el ISC, el IGV y el impuesto al rodaje. Mientras el IGV y el impuesto al rodaje se aplican por tasa (19% y 8% respectivamente, con lo que varían según cambie el precio de refinería), el ISC para las gasolinas se aplica en una cantidad fija, por lo que no depende del precio de refinería. Para rebajar el precio final, el gobierno decidió reducir el cargo por ISC. Grande fue su sorpresa cuando las empresas refinadoras aumentaron el precio de la gasolina.

¿Por qué? Si las empresas tienen un atraso en el precio de la gasolina, dada la distorsión en el precio provocada por el fondo de estabilización, ante los indicios de que estaría agotándose dicha financiación han aprovechado la oportunidad de aumentar los precios, compensando parte del aumento con la reducción del ISC. Con mayor claridad: si en la gasolina de 97 octanos se redujo el ISC en 0.30 soles y se aumentó el precio de refinería en 0.54, el alza neta en el precio al público es de sólo la diferencia, 0.24 soles, pero la empresa se apropia del total, 0.54 soles. Así, con un alza del 4%, el impacto en el consumidor fue de sólo 2.5%, aproximadamente.

¿La moraleja? Las distorsiones creadas por la intervención en el mercado tarde o temprano pasan la factura. Ante ello, las alternativas son intervenir con mayor intensidad –generando distorsiones mayores- o empezar a limpiar el mercado, dejándolo funcionar. En todo caso, las refinerías han quedado como las villanas: el gobierno redujo el impuesto para bajar los precios, y ellas lo subieron. Eso es lo que probablemente estén pensando electores menos informados.

Como adicional. Es probable que el precio del petróleo se estabilice, pero es dudoso que baje, al menos en el corto plazo. Las expropiaciones en Chad, al cierre de la planta de BP en Alaska y la incertidumbre que trae la temporada de huracanes –que parece venir más bien calma- seguro generarán un riesgo apreciable. Si el gobierno peruano intenta intervenir en el mercado de gasolina, esta vez el costo será mayor. Y lo pagarán los contribuyentes.

[Ayuda memoria sobre el sistema tributario peruano]