12.11.06

¿Los consumidores ganan con la convergencia en telecomunicaciones?

La nueva palabra de moda en las telecomunicaciones es la convergencia. Esta siendo incentivada a través de regulaciones gubernamentales y contratos de concesión, llevando a millonarias operaciones de concentración, bajo la premisa de que los consumidores se beneficiarán con ella, contando con servicios integrados a través de un proveedor de internet: datos manejables en paquetes que integran banda ancha, cable, voz, vídeo "on demand", transmisión de datos, etc.

Una de las prácticas más cuestionadas y menos entendidas desde el derecho de la libre competencia es la de atar productos o servicios ("bundling"). En estricto estas sólo deberían ser sancionables cuando sean ataduras ineficientes, pues las ataduras que incorporan valor son creadoras de bienestar que se traslada a los consumidores. En el caso de la convergencia en telecomunicaciones esa parece ser la premisa: los consumidores se beneficiarán con menores costos porque la estructura de red del proveedor permite el soporte de servicios diversos. Evidentemente no se trataría de ataduras ineficientes, así que no podría ser objetada a través del antitrust. (Claro que lo mismo es predicable de la atadura entre Windows y el Internet Explorer: en la UE la versión sin el navegador de internet ha sido un rotundo fracaso de ventas.)

¿Esto es cierto? No necesariamente. La convergencia de los servicios privará al consumidor de los beneficios que otorgan los operadores más pequeños no integrados, quienes se dedican a un mercado específico en lugar de abarcar un mercado integrado, y que compiten vigorosamente en aquel. El caso claro es el de los servicios de larga distancia, que tras la liberalización de las telecomunicaciones han sido uno de los sectores con mayor competencia, sobre todo de operadores que se dedicaban en forma exclusiva a la telefonía de larga distancia.

En la era digital, con servicios como Skype, ¿se acabaron estas situaciones? Lo dudo. Hoy en día hay varios usuarios que no están interesados en toda la canasta de productos que se ofrecerían integrados: hay personas que casi no ven TV, hay personas que no usan mucho la internet, hay personas que prefieren basarse en la telefonía móvil y no en un servicio integrado de IP. Es fácil encontrar casos de personas que desean uno o dos de los servicios que se ofrecerían integrados: ¿cómo se haría para reducir el precio por los servicios que no se desean?

En el fondo, quienes más se benefician son los operadores que se integren. A través de la convergencia reducirán sus costos, pues basarse en un sistema digital será mucho más barato. Además, donde haya un operador dominante, este podría tomar un dominio en los demás servicios que se integraron. La conclusión parece ser que los operadores prefieren reducir sus costos de escala proponiendo a los consumidores la convergencia: lo que resta ver es si estos preferirán reducir sus opciones, perdiendo los beneficios que la competencia puede dar con los servicios desagregados.

Se necesita precaución: los desastres de la infraestructura de fibra óptica y el escaso rendimiento de los servicios 3G en telefonía móvil, además de la explosión de la burbuja tecnológica en NASDAQ, deben preparar al público para una nueva moda. La información y la diligencia deberán llevar a los usuarios a evaluar si prefieren un servicio integrado, o si prefieren la desagregación y poder escoger en cada rubro. Me parece que habrá ambos tipos de consumidores, y el mercado de telecomunicaciones ofrecerá soluciones para ello: servicios bajo convergencia y servicios desagregados. En Sudamérica la situación es muy particular: la baja tasa de cobertura de los servicios de telecomunicaciones, sobre todo en los servicios de internet, hace poco viable la convergencia generalizada y en una base suficiente para reducir significativamente los costos.

Más información en: "Your television is ringing", en The Economist, 12 de octubre.