9.8.12

Juegos Olímpicos


Durante este último par de semanas he estado viendo, como casi todo el mundo (literalmente), los Juegos Olímpicos.

Informándome un poco más sobre los distintos deportes, encontré este artículo en la revista Slate que trata acerca de cómo en el salto largo, a diferencia de otras disciplinas, los records han ido empeorando a través del tiempo (o al menos no han mejorado). Esto tanto en hombres como en mujeres. Entre estas últimas, el record mundial data de 1988, luego que fuera roto 11 veces durante esa década. En la categoría masculina, el record mundial fue establecido en 1991, cuando Mike Powell le ganó a Carl Lewis en el mundial de Tokio. Desde entonces, el salto largo parece haberse congelado. Compárese, por ejemplo, con los 100 metros planos, donde los mejores tiempos han sido pulverizados una y otra vez en las últimas dos décadas (lo de Bolt es casi para no creerlo!).

Con todo, el tema no es que no se hayan roto los records de salto largo. Para ser justos, el record femenino en los 100 metros permanece igual desde 1988, y algo similar sucede en otros deportes, como el salto alto. El tema es que en salto largo los atletas no están ni siquiera cerca de romperlos, e incluso parecen alejarse.

Puede haber una explicación de competencia para esto, que tiene que ver con los incentivos a participar en la disciplina. Dedicarse al salto largo es simplemente muy costoso. Para saltar, los atletas deben ser rápidos (muy rápidos). Sin embargo, dada esta condición, para un atleta resulta hoy en día más rentable ser un corredor promedio de 100 metros planos que dedicarse 100% al salto largo. El resultado: la competencia se empobrece. Esto suena al viejo análisis de la Escuela de Harvard: la estructura (un mercado poco competitivo) impacta en la performance (un pobre desempeño) y por ende en los resultados (no se rompen records).

Por cierto, de modo similar a como la Escuela de Chicago demostró las exageraciones del análisis E-C-R, la realidad en el deporte suele ser más cruda. La explicación simple -y probablemente más certera- es que los controles de doping han mejorado, y que en esos tiempos o bien no se hacían, o no se controlaba rigurosamente. Lo impresionante, entonces, no es la falta de rompimiento de records, sino cuán frecuentemente ellos son rotos en otras disciplinas.

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