Como padre de una niña pequeña, tengo una natural preocupación es por el mercado de las muñecas y su impacto en el gasto familiar. En Navidad, bueno, la cosa se pone peor, con el mercado revolucionado y los precios al alza.
Un muy buen artículo reciente de la revista Slate, muestra que, en Amazon, la Barbie "quiero ser maga" cuesta US$12,99, mientras que la Barbie "quiero ser doctora" cuesta US$32,99.
Los precios no varían mucho en Chile, donde las distintas muñecas de la colección "Barbie quiero ser" también tienen precios diferenciados en algunas multitiendas... (por supuesto, todo depende de los accesorios... ¡les dije que sé del tema!).
¿La explicación? Esencialmente discriminación indirecta de precios. Al igual que en otros mercados, como las líneas aéreas, donde la discriminación permite a las firmas segmentar a sus clientes mediante políticas de precio, en el mercado de las Barbies hay quienes están dispuestos a pagar más por ciertas profesiones. Al parecer, aunque la mayoría de las familias valoran un modelo profesional para sus hijas, las familias de más altos ingresos están dispuestas a pagar más para proveer de tal modelo.
Claro, la explicación alternativa más chilena bien puede ser que la Barbie doctora tiene que un gran crédito universitario que pagar...