Tras la información de enviar un proyecto de ley que creaba una
Superintendencia de Obras Públicas, y que comentáramos favorablemente
acá, se
ha anunciado que, en definitiva, no habrá
Súper este año, sino que el venidero.
Y el primer semestre del 2007! Es decir, un año más.
Hace poco menos de un mes el ex ministro Carlos Hurtado, impulsor de las concesiones de obras públicas, sostenía el 24 de mayo pasado, en
El Diario, que
Se ha criticado que no se contara con una institucionalidad más desarrollada para abordar las importantes tareas que para el Estado ha implicado la puesta en marcha, supervisión y operación de este programa. Sin embargo, si se hubiera partido con una institucionalidad cabezona y pesada la Ley no habría sido aprobada ni aceptada, incluso dentro del gobierno. Lo mejor es enemigo de lo bueno. La opción de operar con una institucionalidad liviana y con externalización, vía consultoría, de los servicios principales no ha sido mala. Claro que, a esta altura, con la magnitud que ha adquirido el programa, parece bien sensato fortalecer la institucionalidad. Me inclino por la idea de un sistema institucional ágil y, sobre todo, liviano en personal.
¿Es tan así? Primero liberalizar y luego regular, nos parecen querer decir.
¿Cuál ha sido el costo de haber operado con una "institucionalidad liviana" (enemiga de lo bueno)? ¿El MOP-GATE? ¿las renegociaciones de contratos que se han producido? (El dato de las renegociaciones es de 15% del monto total invertido desde el comienzo del sistema.)
Sin duda, se produce una importante asimetría de información entre una institucionalidad liviana y un concesionario.
Otro aspecto consultado es el de el mecanismo de solución de controversias, respecto al cual Hurtado señala
El sistema de resolución de controversias que contempla la Ley de Concesiones es una de sus piedras angulares. Asegura el equilibrio entre las partes. Si el Estado, que es en general la parte poderosa, tiene privilegios en esta materia, no hay posibilidad de atraer inversionistas para arriesgar capitales en esta industria. De lo que yo sé, en la mayoría de los casos el procedimiento existente de conciliación y arbitraje ha operado con transparencia y equidad y oportunamente. Muchos conflictos se evitarían si se afinaran más las bases de licitación y la ingeniería básica y diseño de los proyectos. Pero en proyectos grandes y complejos, siempre hay fuentes de controversia; ellas no se van a eliminar nunca por completo, son propias de las imperfecciones humanas. Ahora si el ministro, que es un hombre inteligente, tiene ideas para mejorar los sistemas actuales en esta materia, hay que considerarlas con atención. No hay que olvidar, eso sí, que cada vez que se manda la Ley a revisión al Congreso se sabe lo que entra, pero no lo que va a salir. Ese es un bosque con muchos lobos, al que he visto cazadores avezados entrar pechugones, saliendo con dificultades y muy averiados.