Se anunció la semana pasada que se establecería un cambio a las tasas aeroportuarias, aumentándose la actual en US$4. Así, la tasa pasará de US$ 26 a US$ 30.
Un dato: en 1996 era de US$ 12,5.
La justificación del aumento es aumentar el Fondo de Promoción Turística, que hoy recibe US$ 1 de los US$ 26 de la tasa. La otra mitad del aumento de la tasa se destinará a combatir la pobreza y el hambre en el continente. Ambas iniciativas parecen sumamente loables. Ciertamente, "los pobres no pueden esperar" Hoy, el Editorial de El Mercurio crítica, certeramente, la reforma planteada, por dos razones:
1. La tasa -o tarifa por el uso de los servicios de un aeropuerto- tiene la naturaleza jurídica de un precio cobrado como contraprestación por un servicio, que en este caso, lo calcula la DGAC. Ergo, ahora el precio incluirá un subsidio al turismo y a la pobreza. Nada tiene que ver una tasa con la promoción del turismo, ni con la pobreza. ¿Acaso viajar en avión es cosa de ricos?
2. Agrega el diario un argumento de racionalidad económica, porque quien debiera hacer el fomento al turismo es la industria turística nacional, y no sólo parte de ella (los usuarios aeroportuarios). Otro subsidio más! Por otra parte, no todos los pasajeros de aviones viajan por razones de turismo. Los hay quienes viajan por razones de negocios, familiares, de estudio, et cétera.
Se escapa un argumento: Una tasa de esa magnitud impide que algunos usuarios puedan viajar en avión, o que se instalen más líneas aéreas económicas. Deberán seguir conformándose con el bus, o con el auto... a comerse el buey!
2 comentarios:
desastrosa su noticia, colega, qué quiere que le diga.
el único consuelo es que el dólar sigue bajito...aun.
ya te pillo el spam. ponle esos codigos de verificacion que parecen gaélico antiguo, nahuatl, hindi, dowayo o cualquier idioma medio como xótico!
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